B., 19-05-2016
Llego por fin a casa y enciendo una vela. Esta es mi plegaria, que nace medio muerta y sin creerse que vaya a ser oída por el espíritu que ha tomado mi alma.
Te veo entre sombras, en mi noche oscura del alma.
Te veo entre sombras, transitando por el lado oscuro que yo también conocí. Lo conozco profundamente, lo huelo, lo intuyo tras tus silencios y tus palabras. Vuelvo a tientas por el lado oscuro, ciega de luz, ciega de recuerdos inventados.
Este estado alterado transitorio de la mente me hace escribir en una lengua que a veces siento que me muerde, pero aun así la conozco y la quiero, porque me ofrece otro tono, más solemne, más firme, más formalmente fiero, a mi vocecita.
Mi vocecita como una vela encendida, como una plegaria.
Y ahora que venga el listo que dice que el amor no es perjudicial para la salud.