Había dado cuerpo a los sueños de centenares de mujeres, vistiéndolas en el día de su boda.
Día a día se movía entre bocetos, tules, sedas y organzas, esquivando rencillas y tijeras, dirigiendo su atención sólo a los diseños, a los trajes, a las caídas de tela, a los colores de temporada.
Hasta que una mañana se halló desnudo de sueños, sin fuerzas para crear de nuevo. Vacío de ilusiones, sintió que le habían sido arrebatados el amor y la belleza que desprendía de su alma y cosía, pieza a pieza, en los trajes de novia.
Dejó tres cartas y se marchó.
A lo lejos, vio acercarse un grupo de seres etéreos, sin sexo ni edad, que aguardaban su nueva colección de fiesta.
A mi també em van impressionar aquesta vida i aquesta mort. No puc deixar de pensar quin món cruel hem construït per a la gent més sensible.
ResponEliminaNo sabrem què li va passar, ni caldria. Però que algú que pot fer creacions tan belles (digueu-me cursi, però trobava que havia vestit molt boniques a unes quantes núvies famosetes), tingui aquesta fi, fa pensar.
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